jueves, 19 de febrero de 2015



                                         EL AMORFO INSOLENTE.



                  Observáis caprichosos y taimados desde vuestro insigne mundo, gobernando sin criterio comprensible las vidas mortales, sometiendo a desdichas a los que quisimos ser como vosotros, acercarnos a la majestuosidad a cambio de nuestros servicios. He vagado por el mundo añorando lo que más quiero, mi esposa Penélope y a mi hijo que ya debe de ser un hombre. ¿Acaso no fui  un fiel soldado?, dime Atenea, ¿Que delito cometí, contra vosotros naciendo?.

                  Tu naturaleza Odiséo no puede ser entendida hoy, como tampoco el propósito de vuestra creación, de los que no sois ni una cosa ni otra. En nuestra morada se gesta el destino del hombre y lo que llamas capricho sera mañana la luz que ilumine al hombre, estimulando su intelecto y creatividad. Seréis ejemplo, inspiración, se derramaran ríos de tinta recordando vuestros triunfos y miserias. Algo tan necesario como ser el contrapunto de la espada que llena de esperanza los corazones. No esperes más recompensa que esa.

                   Miserable mi vida concebida para ensanchar la insignificante vida de los que aborrezco. Me dices que solo soy un bufón en vuestras manos, un objeto con un propósito. Solo deseo retirarme a mi isla y encontrar la paz como rey de mi pueblo. Sin igual ha sido la gesta conseguida y merezco un descanso, la bella Elena ha sido liberada, sin duda ésos miserables sabrán sacar partido envidiando mi valor y astucia.

                    Así es, algún día regresaras y podrás morir como un hombre, pero aun es pronto. La imaginación es tan inmensa que no conoce límites, es imposible de llenar, es nuestro deseo dar a los hombres inspiración para que no olviden lo que realmente son, para que llenen su mundo, el que no comprendes. Realmente estas tan lejos de ellos como de nuestra divinidad, pues ni tan siquiera entiendes, no fuiste creado para tal fin.