lunes, 30 de marzo de 2015



                 
Resultado de imagen de imagenes medievales de la hoguera

                

                                                       
                                             
                                                  LAS CENIZAS DEL TRÁNSITO



                    Pasaron varias semanas y finalmente con la mano derecha que los torturadores le dejaron intacta firmo el legajo donde reconocía sus herejías. En la mente del dominico dolía más el ser doblegado por el que fue objeto de sus sermones que el dolor de sus miembros descoyuntados .El trabajo de los mejores artesanos de Florencia ya ni siquiera es ceniza en la plaza Señora, el viento los esparció por los campos verdes, tan efímera es la gloria como la propia banalidad que  pronto recubrirá las paredes de los palacios, hoy despojados de su belleza. De los delicados cuellos de las ilustres damas volverán a colgar las mejores alhajas, como de las barrigas cebadas de los dignos representantes, los cuadros de Leonardo que hoy son materia primigenia alegrarán de nuevo los salones del palacio de Lorenzo, del cual conoce todos sus pecados. Cuarenta y dos días de suplicio para nada, salvo para dejar su cuerpo tullido para el resto de sus días, que aunque ya no serian muchos si  fueron interesantes.

                     Tras unos meses del suplicio el monje rezaba en su celda. Ruega a Dios que le perdone su flaqueza, el haber negado el dogma de la fe verdadera que representaba en su nombre. Débil es la carne que le hizo apostatar y una vez curadas las heridas reniega con todas sus fuerzas, desdiciéndose de lo dicho bajo el amargo y contundente efecto del potro de tortura. Su destino esta sentenciado. En la misma plaza donde quiso desterrar los objetos que distraen a las personas de sus obligaciones con Dios su cuerpo será nuevamente moldeado por el verdugo, antes de que su cuello se quiebre como las ramas secas se parten en invierno, antes de ser arrojadas a lo hoguera. El lugar es lúgubre, insano, frío y tan húmedo que el desdichado Girolamo casi desea que todo acabe pronto, ponerse en paz con los hombres porque con su hacedor ya lo esta. Entre la oscuridad una figura se acerca a las rejas que lo separan de la libertad mundana.

                 -Dime quien eres y que quieres- Le pregunta al recién llegado- ¿Acaso un condenado no puede vivir sus últimas horas  al margen de todo aquello de lo que ya casi no forma parte?. Mi alma esta preparada y mi cuerpo no va a desfallecer por segunda vez-.

                  El misterioso personaje se acerco un poco más. Entonces pudo ver que se trataba de un joven de pelo muy corto, mirada fría y de cara huesuda, nada en particular teniendo en cuenta las penurias alimenticias de la época.

                   -Vengo a conocerle mejor, mañana asistiré a su muerte y puede que este tentado de gravar en el papel sus últimos momentos, dejar constancia de que una parte del mundo pasado fenece definitivamente- Le dijo en un tono insolente.

                   -Vienes a insultarme muchacho, a reírte de mi desgracia. ¿Acaso no temes a nada ni a nadie?. Eres osado al venir aquí, ¿Pero dime, que sabes tu de mi?.

                    - Vos, viejo monje, sois un reducto del pasado a mis ojos. Se que arremetisteis contra el poder y la belleza desde vuestro púlpito, abrazando como salvador a un extraño francés, el conquistador de Nápoles y que bebisteis en exceso de la fuente caduca de Tommaso, obstinado como tantos en no discernir entre la razón de los hombres y su espíritu que desde esta perspectiva ridícula os empeñáis en anudar desde hace siglos, haciendo una interpretación falaz de las viejas enseñanzas. Pertenecéis a un mundo que da la espalda al presente y al futuro, a la natural esencia de las cosas. tan ciego como un topo que no ve la luz y no puede contemplar el renacer del hombre.

                     Savonarola, que de ese modo seria conocido en la posteridad, hizo una mueca de desagrado al constatar que el insolente era uno de tantos que había combatido durante su vida, de los que dan la espalda a la sabiduría divina buscando en el hombre las respuestas que solo pertenecen a Dios. Pintores, arquitectos, escultores y nuevos pensadores que como la peste se propagaban por toda la península de Italia, que incluso pretenden prescindir de la inspiración del altísimo para hacer sus leyes. No le extrañaba que  esos posos dieran lugar a estos lodos nauseabundos. Le vino a la cabeza la imagen simbólica del pederasta Rodrigo, el patriarca de los Borgía, amancebado con si hija Lucrecia, coronado con la mitra de Pedro.

                     - Te conozco bien- le dijo- sin saber quien eres te delata la arrogancia con la cual menosprecias la única sabiduría que puede dar esperanza, que puede gobernar nuestros designios.  ¡Déjame, márchate ya!

                      -Nuestro mundo será gobernado por el hombre, inspirado en la grandeza y las miserias que concurren en nuestro interior- le dijo el joven.- La espera ha sido larga y el príncipe solo espera a ser guiado

                      En ese momento ambos comprendieron que cada uno con respecto al otro se encontraba en las antípodas de la razón. Dos mundos contrapuestos en un momento donde lo antiguo pretende talar los brotes de una primavera sobrevenida, mientras que lo nuevo aborrece de la pestilencia rancia de un invierno perpetuo. El extraño personaje que visito al monje en su última noche se dispuso a marchar.

                       -¿Tan insolente te muestras que ni tan siquiera me dices tu nombre?- gritó el monje desde el fondo de la celda.

                          - Mi nombre es Nicolás -  dijo el joven marchándose del siniestro lugar.

                        En las aguas frías del río Arno se están vertiendo las cenizas del monje, disolviéndose en su corriente dirección a Pisa, al Mar de Luguria donde se mezclara con él, fertilizando a su paso los campos de la Toscana que en el mes de mayo rebosan de esplendor y belleza sin igual.
                   
                   


                           

jueves, 19 de marzo de 2015





                                                           
                                                                 




                       
                                                             A DESTIEMPO


                     

                      Como suele decirse la plaza estaba hasta arriba. Los chiquillos jugaban enloquecidos a los juegos que solían dejar moratones y las rodillas desolladas, los mofletes rojos y el pelo grasiento de la sudor,  era pleno verano y la tarde se hacia interminable. Julián charlaba animado con un grupo de amigos, el tema por supuesto transcendental ; donde salir esa noche. Entre bravuconadas de adolescentes, con las hormonas a cien se daban manotazos para reafirmarse dentro del grupo al hablar, una jerga ininteligible para el resto de mortales, aunque no para ellos. En ese momento se disponía a decirle a su amigo algo importante, del tipo, ``colega como molan las bambas que te has agenciado´´ o algo por el estilo, cuando ella paso a su lado. La conocía de clase, de sentarse cuatro filas por delante, él fiel al rol que orgullosamente presentaba siempre estaba en la punta de atrás, con el grupo de malotes, decididos como chotos jóvenes a comerse el mundo antes de que este se los comiera a ellos. Piluca, así se llamaba, media melena castaña, ojos del color del cielo y un perfume empalagoso que  olía con placer cuando de forma descuidada pasaba a su lado. Estúpido a los ojos de sus amigos perdió por un momento la noción del tiempo y el espacio, con la boca abierta y girando la cabeza seguía los pasos de la chica cuando esta paso a su lado. Ella también charlaba con su mejor amiga, esa que toda mujer tiene y que tan buenos consejos le brinda. La pena para Julián en ese momento fue que para ella el no existiera, aunque eso se podría solucionar. Su amigo ``el Toni´´ le dio con fuerza en el hombro con la intención de despertarlo y zanjar de una vez los planes para esa noche. No contéis con migo, les dijo mientras inventaba una excusa. Al final y no sin esfuerzo les dijo algo sobre su abuela, que estaba muy mal la pobre.

                     Nunca había traicionado a sus amigos, pero sabia que la chica solía pasarse por unos recreativos, ya sabia algo más de ella, que era una fanática de las maquinitas de marcianitos, de esas que si te caen encima te matan. Estaba dispuesto a conocerla, o mejor dicho, a que ella supiese  que existía, que ocupaba un lugar en el mundo y que respiraba el mismo aire que respiraba ella. Estaba nervioso sin poder quitársela de la cabeza. Para la ocasión se puso como un pincel, domando con gomina su pelo alborotado y como colofon se perfumo con la colonia de su padre, el no gastaba de eso. Una última mirada al espejo para cercionarse de que el acné no le jugara una mala pasada y todo listo, dispuesto para triunfar. Una hora mas tarde estaba de vuelta en casa.  No era precisamente las maquinas de mascianitos lo que buscaba Piluca, ¡Maldito poder de deducción!. Mas bien respondía al nombre de Luis, aunque todos le llamaban ``Soppy´´. Era dos años mayor y vestía camisetas sin mangas de Metálica, el no va mas, el nuevo prometheus de la chavalada, un rival inexpugnable. Con el tiempo Julián supero esa sensación de ridículo que le embargaba una vez que estaba  en su habitación tumbado sobre la cama mirando un desconchón del techo. Lo que nunca olvidaría seria que su corazón quiso salir de su pecho al tiempo que su mente se nublaba cuando los vio tan acaramelados.

                   El mundo casi estaba a punto de comérselo pero aún no lo sabia. Tras su paso por la facultad de empresariales estaba más que dispuesto a labrarse un futuro en una gran empresa. Bueno, esa es otra historia que más tarde descubriría pasando albaranes a las ordenes de un paleto local formado en la universidad de la vida. Lo importante es que tras sus estudios se sentía optimista e ilusionado ante la vida, dispuesto a dar de si todo lo mejor. Su amigo Antonio estaba en otra ciudad intentando terminar derecho, la relación entre ambos no era tan fluida como antes pero siempre seguirían siendo amigos, los mejores amigos. Solían escribirse cartas, , de esas blancas de papel  que tardaban unos días en llegar. En una de ellas y tras ponerle al tanto de otros asuntos le cuenta a su amigo.

                 .....¿.y a que no sabes lo que paso?, me encontré con ella y tomamos un café a destiempo, de los que siempre imaginé....
                                   

                     Tampoco es que Pilar apareciera de repente. En numerosas ocasiones coincidieron en eventos de todo tipo e incluso compartieron ratos de ocio como conocidos. Ya no era un extraño incluso creía que ella disfrutaba con su compañía. Desde el episodio en los recreativos él la quiso en silencio, conformándose con esos encuentros casuales, incapaz de desprenderse de esa inseguridad que le hacia recordar aquella sensación tan poco agradable. Pero como quien no quiere la cosa esa noche tenia cita oficial, un encuentro casual que se alarga y lo demás parece que llegase rodado. La tarde del café, cuando quedaron, ella estaba preciosa, ya no era una niña era una mujer de una vez. Había cambiado aquel perfume empalagoso y casi desagradable que tanto le atraía por otro mas sofisticado, de esos que anuncian en la televisión y nunca te enteras de lo que dicen. Pero este también se quedaría  para siempre, o mejor dicho el resultante, cuando se sumaba al de su piel.

                      Efectivamente. Julián era un tipo constante, de esos que tienen que sacar la cabeza por donde la meten, terco momo una mula, de los que crean sus propios sueños no dejando nada al azar. Su mundo perfecto ya estaba casi completo, ella formaba parte de el. Siempre recordaría esa época, en el pequeño pisito que alquilaron juntos. Un tiempo de penuria que ambos se encargaron de alegrar, con pequeños detalles calentando las frías noches con el calor de sus cuerpos, empañando los cristales de la ventana con el vaho de la pasión para después dibujar cosas de enamorados. No tenían casi de nada aunque se tuvieron más que nunca, que. Se mantenían con el sueldo de ella que trabajaba de pasante en un prestigioso despacho de la ciudad en el cual tenia puestas todas sus esperanzas  profesionales, el seguía buscando y mandando currículums por doquier. Educado a la antigua no asimilaba muy bien el no poder contribuir y eso es lo que le faltaba aunque pronto las circunstancias cambiarían, ¿para mejor?, ya veremos.

                       Era la oportunidad que estaba esperando. En el membrete de la carta que dejo sobre la mesa figuraba el logotipo de una importante multinacional, era lo que estaba esperando, una oportunidad que le permitiese arrancar profesionalmente. En ocasiones la euforia nos hace no darnos cuenta de las consecuencias que una acción puede acarear, pensamos que nuestro ego es como un saco donde echamos los cosan positivas que nos acontecen, pensando egoístamente que todo lo que entra  es compatible por ser aquello que queremos. Algo parecido le paso a Julián, se sentía completo en esos momentos con una propuesta laboral que colmaba sus perspectivas y con la mujer de su vida a su lado. El único detalle desagradable, que en ese momento soslayaba, era el hecho de que tendría que marcharse muy lejos y durante un periodo de cinco años. Inconsciente esperaba el momento en el que ella regresase para darle la noticia.
                   
                      - Cinco años- dijo ella mal disimulando una mueca que se parecía a una sonrisa. Dicen que el amor todo lo puede  y que por amor se hacen locuras, pero en ese momento fue consciente de que esta era una prueba difícil y que necesitaría de carretillas repletas de amor para superarla, o quizá ella se volviese loca y le acompañase al otro confín del mundo para que pudiese llenar sus espectativas. De cualquier forma  poco a poco fue interiorizando lo que todo aquello suponía, elegir, decidir, ponderar....pero no se podía engañar la decisión estaba ya tomada y en cinco días partiría hacia su destino. Durante el transcurso de ese tiempo fueron formalizando la separación de sus vidas, desliando recuerdos comunes para repartir, como soldados que tras la batalla y exhaustos guardan fuerzas para acaparar los restos como botín. La última noche, antes de su partida, hicieron una tregua y se entregaron como solían, arrancándose los pedazos cegados por la pasión, como si con aquello quisiesen que su amor se borrase de la memoria, sin comprender que ya estaba grabado a fuego.

                    En su escritorio sigue trabajando. Han pasado muchos inviernos desde aquello, su pelo, casi blanco y su mirada un poco cansada lo acreditan. El mundo, la vida, finalmente se lo comió y para compensar creo su mundo particular. Parte de ese mundo corría por el pasillo, jugando con dos muñecos que confrontaba en una lucha imaginaria, el resto llegaría en cinco minutos. No se si sirven para algo la retrospectiva de lo vivido, una vez que no puedes hacer nada por cambiarlo, pero a eso jugo esa tarde, a imaginar los acontecimientos que le llevaron donde esta, lo que tiene y lo que perdió, ¿perdió?. Inmerso en  estas divagaciones escucho la cerradura de la puerta al abrirse. Sin inmutarse escuchó unos tacones que se acercan hacia donde estaba el pequeño. Era una estampa que no quería perderse, se giró para ver como la madre y el chico se abrazaban después de estar todo el día sin verse, a continuación esa mujer elegante, su mujer, se acerco hacia donde estaba.

                     -Te queda mucho- le dijo al oído abrazándolo por detrás. Dejó unos albaranes en la mesa y antes de decir nada se embriago una vez más con el aroma que ella desprendía, el que se quedara para siempre una tarde, tomando un café a destiempo.