jueves, 19 de marzo de 2015





                                                           
                                                                 




                       
                                                             A DESTIEMPO


                     

                      Como suele decirse la plaza estaba hasta arriba. Los chiquillos jugaban enloquecidos a los juegos que solían dejar moratones y las rodillas desolladas, los mofletes rojos y el pelo grasiento de la sudor,  era pleno verano y la tarde se hacia interminable. Julián charlaba animado con un grupo de amigos, el tema por supuesto transcendental ; donde salir esa noche. Entre bravuconadas de adolescentes, con las hormonas a cien se daban manotazos para reafirmarse dentro del grupo al hablar, una jerga ininteligible para el resto de mortales, aunque no para ellos. En ese momento se disponía a decirle a su amigo algo importante, del tipo, ``colega como molan las bambas que te has agenciado´´ o algo por el estilo, cuando ella paso a su lado. La conocía de clase, de sentarse cuatro filas por delante, él fiel al rol que orgullosamente presentaba siempre estaba en la punta de atrás, con el grupo de malotes, decididos como chotos jóvenes a comerse el mundo antes de que este se los comiera a ellos. Piluca, así se llamaba, media melena castaña, ojos del color del cielo y un perfume empalagoso que  olía con placer cuando de forma descuidada pasaba a su lado. Estúpido a los ojos de sus amigos perdió por un momento la noción del tiempo y el espacio, con la boca abierta y girando la cabeza seguía los pasos de la chica cuando esta paso a su lado. Ella también charlaba con su mejor amiga, esa que toda mujer tiene y que tan buenos consejos le brinda. La pena para Julián en ese momento fue que para ella el no existiera, aunque eso se podría solucionar. Su amigo ``el Toni´´ le dio con fuerza en el hombro con la intención de despertarlo y zanjar de una vez los planes para esa noche. No contéis con migo, les dijo mientras inventaba una excusa. Al final y no sin esfuerzo les dijo algo sobre su abuela, que estaba muy mal la pobre.

                     Nunca había traicionado a sus amigos, pero sabia que la chica solía pasarse por unos recreativos, ya sabia algo más de ella, que era una fanática de las maquinitas de marcianitos, de esas que si te caen encima te matan. Estaba dispuesto a conocerla, o mejor dicho, a que ella supiese  que existía, que ocupaba un lugar en el mundo y que respiraba el mismo aire que respiraba ella. Estaba nervioso sin poder quitársela de la cabeza. Para la ocasión se puso como un pincel, domando con gomina su pelo alborotado y como colofon se perfumo con la colonia de su padre, el no gastaba de eso. Una última mirada al espejo para cercionarse de que el acné no le jugara una mala pasada y todo listo, dispuesto para triunfar. Una hora mas tarde estaba de vuelta en casa.  No era precisamente las maquinas de mascianitos lo que buscaba Piluca, ¡Maldito poder de deducción!. Mas bien respondía al nombre de Luis, aunque todos le llamaban ``Soppy´´. Era dos años mayor y vestía camisetas sin mangas de Metálica, el no va mas, el nuevo prometheus de la chavalada, un rival inexpugnable. Con el tiempo Julián supero esa sensación de ridículo que le embargaba una vez que estaba  en su habitación tumbado sobre la cama mirando un desconchón del techo. Lo que nunca olvidaría seria que su corazón quiso salir de su pecho al tiempo que su mente se nublaba cuando los vio tan acaramelados.

                   El mundo casi estaba a punto de comérselo pero aún no lo sabia. Tras su paso por la facultad de empresariales estaba más que dispuesto a labrarse un futuro en una gran empresa. Bueno, esa es otra historia que más tarde descubriría pasando albaranes a las ordenes de un paleto local formado en la universidad de la vida. Lo importante es que tras sus estudios se sentía optimista e ilusionado ante la vida, dispuesto a dar de si todo lo mejor. Su amigo Antonio estaba en otra ciudad intentando terminar derecho, la relación entre ambos no era tan fluida como antes pero siempre seguirían siendo amigos, los mejores amigos. Solían escribirse cartas, , de esas blancas de papel  que tardaban unos días en llegar. En una de ellas y tras ponerle al tanto de otros asuntos le cuenta a su amigo.

                 .....¿.y a que no sabes lo que paso?, me encontré con ella y tomamos un café a destiempo, de los que siempre imaginé....
                                   

                     Tampoco es que Pilar apareciera de repente. En numerosas ocasiones coincidieron en eventos de todo tipo e incluso compartieron ratos de ocio como conocidos. Ya no era un extraño incluso creía que ella disfrutaba con su compañía. Desde el episodio en los recreativos él la quiso en silencio, conformándose con esos encuentros casuales, incapaz de desprenderse de esa inseguridad que le hacia recordar aquella sensación tan poco agradable. Pero como quien no quiere la cosa esa noche tenia cita oficial, un encuentro casual que se alarga y lo demás parece que llegase rodado. La tarde del café, cuando quedaron, ella estaba preciosa, ya no era una niña era una mujer de una vez. Había cambiado aquel perfume empalagoso y casi desagradable que tanto le atraía por otro mas sofisticado, de esos que anuncian en la televisión y nunca te enteras de lo que dicen. Pero este también se quedaría  para siempre, o mejor dicho el resultante, cuando se sumaba al de su piel.

                      Efectivamente. Julián era un tipo constante, de esos que tienen que sacar la cabeza por donde la meten, terco momo una mula, de los que crean sus propios sueños no dejando nada al azar. Su mundo perfecto ya estaba casi completo, ella formaba parte de el. Siempre recordaría esa época, en el pequeño pisito que alquilaron juntos. Un tiempo de penuria que ambos se encargaron de alegrar, con pequeños detalles calentando las frías noches con el calor de sus cuerpos, empañando los cristales de la ventana con el vaho de la pasión para después dibujar cosas de enamorados. No tenían casi de nada aunque se tuvieron más que nunca, que. Se mantenían con el sueldo de ella que trabajaba de pasante en un prestigioso despacho de la ciudad en el cual tenia puestas todas sus esperanzas  profesionales, el seguía buscando y mandando currículums por doquier. Educado a la antigua no asimilaba muy bien el no poder contribuir y eso es lo que le faltaba aunque pronto las circunstancias cambiarían, ¿para mejor?, ya veremos.

                       Era la oportunidad que estaba esperando. En el membrete de la carta que dejo sobre la mesa figuraba el logotipo de una importante multinacional, era lo que estaba esperando, una oportunidad que le permitiese arrancar profesionalmente. En ocasiones la euforia nos hace no darnos cuenta de las consecuencias que una acción puede acarear, pensamos que nuestro ego es como un saco donde echamos los cosan positivas que nos acontecen, pensando egoístamente que todo lo que entra  es compatible por ser aquello que queremos. Algo parecido le paso a Julián, se sentía completo en esos momentos con una propuesta laboral que colmaba sus perspectivas y con la mujer de su vida a su lado. El único detalle desagradable, que en ese momento soslayaba, era el hecho de que tendría que marcharse muy lejos y durante un periodo de cinco años. Inconsciente esperaba el momento en el que ella regresase para darle la noticia.
                   
                      - Cinco años- dijo ella mal disimulando una mueca que se parecía a una sonrisa. Dicen que el amor todo lo puede  y que por amor se hacen locuras, pero en ese momento fue consciente de que esta era una prueba difícil y que necesitaría de carretillas repletas de amor para superarla, o quizá ella se volviese loca y le acompañase al otro confín del mundo para que pudiese llenar sus espectativas. De cualquier forma  poco a poco fue interiorizando lo que todo aquello suponía, elegir, decidir, ponderar....pero no se podía engañar la decisión estaba ya tomada y en cinco días partiría hacia su destino. Durante el transcurso de ese tiempo fueron formalizando la separación de sus vidas, desliando recuerdos comunes para repartir, como soldados que tras la batalla y exhaustos guardan fuerzas para acaparar los restos como botín. La última noche, antes de su partida, hicieron una tregua y se entregaron como solían, arrancándose los pedazos cegados por la pasión, como si con aquello quisiesen que su amor se borrase de la memoria, sin comprender que ya estaba grabado a fuego.

                    En su escritorio sigue trabajando. Han pasado muchos inviernos desde aquello, su pelo, casi blanco y su mirada un poco cansada lo acreditan. El mundo, la vida, finalmente se lo comió y para compensar creo su mundo particular. Parte de ese mundo corría por el pasillo, jugando con dos muñecos que confrontaba en una lucha imaginaria, el resto llegaría en cinco minutos. No se si sirven para algo la retrospectiva de lo vivido, una vez que no puedes hacer nada por cambiarlo, pero a eso jugo esa tarde, a imaginar los acontecimientos que le llevaron donde esta, lo que tiene y lo que perdió, ¿perdió?. Inmerso en  estas divagaciones escucho la cerradura de la puerta al abrirse. Sin inmutarse escuchó unos tacones que se acercan hacia donde estaba el pequeño. Era una estampa que no quería perderse, se giró para ver como la madre y el chico se abrazaban después de estar todo el día sin verse, a continuación esa mujer elegante, su mujer, se acerco hacia donde estaba.

                     -Te queda mucho- le dijo al oído abrazándolo por detrás. Dejó unos albaranes en la mesa y antes de decir nada se embriago una vez más con el aroma que ella desprendía, el que se quedara para siempre una tarde, tomando un café a destiempo.
                     

                     
                   

                 



                               

                 

3 comentarios:

  1. Qué gran historia de amor! De toda una vida y con sus inconvenientes. Muy buen relato, Francisco. Un fuerte abrazo

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    1. Gracias Ana lía por tu comentario. Me alegra que te guste.

      Un abrazo.

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  2. Qué relato tan precioso, Francisco. Describe cada detalle, cada etapa de la historia, cada cambio de los personajes con cariño y con perspectiva, seguramente la que da la vida. Los finales felices no son frecuentes en historias tan creíbles, por eso me gustó tanto que la tuya sí lo tuviera.

    Me ha encantado, es buenísimo. Enhorabuena!! :)

    Un abrazo nocturno.

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